Quiero vaciar este librito de cuentos en mi blog, pero primero quiero contarles el ¿por que de esta publicación?
Resulta que hace ya algunos años, siete para ser exactos. Me di cuenta de que mis dos hijos varones no aprendían a leer, cosa que no me había ocurrido con María de los Ángeles. Quien aprendió a leer correctamente a los tres años ¡sin que yo me diera cuenta!, ella estaba con la señora Carmen Trujillo, una maestra que enseñaba niños a leer y escribir en un humilde salón improvisado en la sala de su casa. Ella enseño a leer a mi hija, le enseño los números y le enseño que el amor hace que los aprendizajes sean recibidos más fácilmente.
Un día mi mamá me regalo una estampita de la virgen de Betania, el cual me había traído de una visita que había realizado al santuario en Cua, Estado Miranda.
María de los Ángeles me la quito de la mano y comenzó a leerla, todos quedamos en silencio escuchándola leer, respetando pausas y utilizando correctamente cada signo de puntuación, a mi mamá le corrían las lágrimas de orgullo y emoción, mientras que yo le preguntaba ¿Cuándo aprendiste a leer?...tres años, gracias a la paciencia y empeño de la maestra Carmen…
Rubén, el mayor de los varones, quizás por rebeldía, no aprendía a leer. Pues era sumamente inteligente, aprendió a asociar el color con el nombre de las pinturas sin saber ni siquiera las vocales, mientras yo pintaba le pedía la pintura por el nombre que traía escrito y el como si toda su vida hubiese leído los nombres me las pasaba mientras repetía los mismos.
Un día ya en cuarto grado, me llamo su maestra, sumamente preocupada y me dijo, “no me explico el motivo por el cual Rubén no aprende a leer” yo por mi parte llegue a pensar que tenia algún tipo de dificultad de aprendizaje. Mientras nosotras diagnosticábamos que le impedía aprender, Rubén, quien nos escuchaba desde hace rato, nos dice: ¿y quien les dijo a ustedes que yo no se leer?
Sorprendidas lo miramos, mientras caminaba hacia nosotras, tomo el libro y empezó a leer de manera fluida y correcta. Nosotras con las bocas abiertas escuchábamos y los que mas nos hizo abrir la boca fue su explicación… ¡claro que se leer! Pero yo no voy a leer como esos niños gafos que leen: m -a ma, m-e me, m-i mi, ya no pierda su tiempo conmigo maestra, póngase a enseñar a los otros que no saben, se dio la vuelta y siguió jugando con sus compañeros…
Rubén me obligo a ser un representante activa de la escuela, yo estuve en la escuela gracias a el, tenia una energía del carajo que agotaba a las maestras, siempre fue líder de su grado, cuando llegaba a la escuela pasaba directo a la dirección.
¡Sus ocurrencias les sacaban canas verdes a las maestras! ¡Y a mí!
Jhonny Manuel, es el menor de mis hijos, para el la escuela era un monstruo que se lo quería tragar, ya no me acuerdo cuantas técnicas de lectura y juegos didácticos utilice, llego a tenerle miedo ¡pánico a las maestras!, palidecía cada ves que lo dejaba en la escuela. En muchas oportunidades salía corriendo tras de mi para no quedarse en la escuela.
Lo último que hizo fue huir al preescolar, buscando refugio en sus primeras maestras…
¿Y saben que hice? Busque una solución mágica “la maestra Carmen”…pero, se me presento un problema ¡ le gustaba la escuelita de la maestra, pero la otra no!
Nuevamente me fui a la escuela a hacer acompañamiento a su aprendizaje y este es el motivo de mi librito de cuentos…espero que lo disfruten, a mi me ayudo con Jhonny, espero que a ustedes también les sirva...
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